By Por Abel Cornejo
Los factores no alteran el producto, nos enseñan en matemáticas, y esto aplica también a la política. Aquellos que reniegan de la política a menudo olvidan que es un instrumento esencial para la gestión efectiva del país.
La semana pasada fue especialmente dura. Analistas políticos, incluso aquellos que suelen ser indulgentes con el gobierno, coinciden en esta observación. A título personal, quiero destacar algo sin precedentes en nuestra historia de 214 años: jamás había visto a un presidente proferir tantos insultos en una sola semana como lo hizo Javier Milei. Como si insultar fuera sinónimo de gobernar. Y esto, por supuesto, afecta la ejemplaridad que debería tener el primer magistrado de la nación.
Desde esta columna, repudiamos el uso de insultos por parte del presidente para descalificar a quienes no comparten su visión. Sumado a esto, es preocupante que cuando no encuentra soluciones, recurra nuevamente a los insultos. ¿Qué está pasando en términos de gestión?
Un ejemplo claro es la distribución de alimentos. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, criticó a los jueces que demandaron explicaciones sobre la falta de distribución de alimentos y su vencimiento en un país con un 55% de pobreza y un 18% de indigencia. El juez Casanello, respaldado por la Cámara Federal, simplemente cumplía con su deber. Sin embargo, Bullrich se mostró muy disconforme con esto.
Además, descubrimos que en diciembre pasado, el secretario De la Torre ya había advertido sobre la urgencia de repartir alimentos, previendo las consecuencias sociales de la devaluación. Este es otro ejemplo de gestión deficiente.
Otro punto conflictivo fue el aumento para el sector pasivo aprobado por el Congreso, una medida humanitaria que el presidente amenazó con vetar, calificando a los diputados de irresponsables. Sin embargo, este aumento era necesario para aliviar el genocidio social que sufren los jubilados, aplastados por la inflación y el ajuste económico.
La desconexión ideológica del presidente con la nueva derecha europea también es evidente. Mientras Milei se autodefine como un “topo” destinado a destruir el Estado, líderes como Ursula von der Leyen, Giorgia Meloni y Marine Le Pen buscan fortalecer el estado-nación y cerrar fronteras, una postura diametralmente opuesta.
En conclusión, a seis meses del inicio de este gobierno, sigue faltando una gestión concreta y un plan de reactivación económica. Aunque se nos diga que la inflación está bajando, la realidad en los supermercados dice lo contrario.
Desde esta columna, continuamos aportando nuestro granito de arena, sin insultos, con paz y concordia, pero sin claudicar en la firmeza de nuestras convicciones.
Mirá aquí la nota completa:
