Salta/Argentina(Por Fernando Barbarán(1).– El 14 de julio de 1789 el pueblo parisino toma la fortaleza de la Bastilla, buscando debilitar las tropas de Luis XVI. Así como la Bastilla de París simbolizaba el absolutismo monárquico, su asalto fue la distinción particular de la Revolución Francesa, la caída de los reyes y el ascenso al poder de la burguesía.
Cambios históricos
La Revolución Francesa es el símbolo del cambio del rumbo de la historia actual. Desde una mirada clásica, los acontecimientos en París de 1789 dan fin a la Edad Moderna que había iniciado con la Conquista Española de América en 1492 e inauguran la Edad Contemporánea, la que vivimos hasta ahora. Pero, desde la óptica de la dialéctica materialista de la historia, la Revolución Francesa define el cambio del modo de producción feudal al capitalista y su nueva lucha de clases: burguesía vs proletariado.
La Revolución Francesa, además, se enmarca en periodos de constantes revoluciones burguesas, como ser la Independencia Norteamericana (que se produce años atrás), la Revolución Industrial (que sienta la base productiva burguesa) o el proceso emancipatorio en Latinoamérica (cuando líderes revolucionarios como Simón Bolívar, Antonio Sucre, José de San Martín o Manuel Belgrano buscan conformar Estados soberanos). Todos ellos adoptan del iluminismo su discurso y visión de la política, la sociedad, las ciencias, entre otros.
El primer logro histórico de este proceso quizás fue la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que, si bien no incluía a las mujeres, es este documento el que dio la posibilidad de instaurar nuevos Estados de derecho, en base a una renovada moral despojada del catolicismo como único rector de la conciencia y se establecen los criterios universales de los derechos humanos.
Otro cambio importante que trajo en lo inmediato la Revolución Francesa y el periodo de revoluciones burguesas fue la aparición de Estados organizados bajo la forma republicana, con división de poderes, con particularidades democráticas, garantías y derechos. Desde la misma Asamblea Nacional Francesa, que sentó en el ala derecha a los conservadores y a los jacobinos a la izquierda, repercutiendo para siempre esta definición en las ciencias políticas, hasta la conformación del Estado Norteamericano y las incipientes repúblicas latinoamericanas, todos estos nuevos países se configuraron bajo la óptica liberal propuesta por los franceses.
La Revolución Francesa originó además la identificación del campesinado y el proletariado como clases sociales presentes e intervinientes en las relaciones políticas. Hasta el momento, no tenían una ideología definida, sin embargo, participaron, junto a la burguesía, en derrotar al sistema feudal de producción y a la clase dominante, la monarquía. Obreros y campesinos abrazaron las ideas de libertad, individualismo, derechos naturales, propiedad privada, lucharon por ellas, pero el resultado de la revolución les fue adverso, quedando nuevamente subyugados, esta vez en un nuevo sistema de producción mundial, el capitalismo. Adquirieron finalmente su ideología política con la aparición del socialismo científico y sus teóricos (https://lacolumnanoa.com/efemerides-necesarias-la-vigencia-del-manifiesto-comunista-de-marx-y-engels/).
Deudas pendientes
El lema más trascendental de los revolucionarios franceses fue el de “libertad, igualdad o muerte” que simbolizaron hasta la bandera actual de la República de Francia. Posteriormente, luego del periodo más radical de la revolución, se adoptó el lema de “libertad, igualdad y fraternidad”. En poco tiempo, la burguesía olvida estos preceptos y la consigna queda resumida a un simple recuerdo. Estos tres conceptos, son las grandes ideas por las que recordamos a los jacobinos revolucionarios que tomaron la Bastilla un 14 de julio, pero que hoy representan las tres principales deudas de dicha revolución y de la clase burguesa.
Libertad
Las ideas de la burguesía revolucionaria era eliminar la monarquía absolutista, que, como cualquier clase explotadora, como lo es la misma burguesía, no ofrecía libertades individuales. Con las ideas de anular los títulos de nobleza, invalidar la participación del clero en las decisiones Estatales, reconocer derechos humanos, establecer sistemas democráticos y republicanos que no tengan que rendirle tributo a un monarca o a su familia, la burguesía terminó imponiendo una libertad reducida exclusivamente al mercado y la capacidad de las personas de participar de este. La libertad entonces pasó a depender de la propiedad privada y la autonomía de los seres humanos de lo que tanto hablaban o hablan los defensores de la burguesía. La libertad hoy es la posibilidad de cada uno o una de ofrecérsela al mercado a cambio de un salario. Hasta todas las cosas conocidas en el mundo son objetos de mercancía, con valores de uso y cambio, que la ilusión de tenerlos genera aún más limitaciones a la libertad. Si antes la libertad era otorgada por un rey, bajo el poder estatal que poseía, ahora te la da el mercado, con el poder de asignarles precio y modificárselos a absolutamente todas las cosas. A la sazón, la deuda de la libertad existe, porque esta no puede ser genuina si la mayoría de la población del planeta tiene que venderse en el mercado para sobrevivir.
Igualdad
También con el ideario de la igualdad civil ante la ley, la burguesía pudo derrocar el sistema feudal. Sin embargo, en ningún momento se erradicaron las abismales desigualdades entre las poblaciones, todo lo contrario, se profundizaron aun más, manteniendo la lucha de clases y la lógica de la explotación del hombre por el hombre, intacta. Si hablamos solamente de la igualdad económica, los burgueses se hicieron más ricos a partir de la gestión de la herramienta estatal para favorecer las leyes hacia sus comercios y las poblaciones se hicieron más pobres, perdiendo hasta la capacidad de discernir entre lo que es una actividad fisiológica o una humana. Desde las condiciones de miseria del proletariado inglés, que permitieron a cerebros como Marx y Engels desarrollar las teorías del socialismo científico, hasta la actualidad donde las estadísticas de trabajo infantil, mortalidad infantil, pobreza, desempleo, desigualdad social son altísimas, la igualdad sigue siendo la deuda más grande de la Revolución Francesa y la primera consigna en ser negada por la burguesía. Si vamos al tema de la igualdad civil, desde 1789 hasta hoy, el acceso a servicios básicos como agua segura, saneamiento, salud, vivienda, entre otros, sigue siendo privilegio de los grupos sociales dominantes. En la Provincia de Salta nomás, nos vamos un poco al norte y observamos que la igualdad no es algo de lo que los gobernantes puedan hacer alarde. Si la igualdad en todos sus aspectos fuese una realidad, no discutiríamos aun temas como la inclusión de sectores sociales marginados a mejores condiciones de vida, la igualdad de género y el acceso a las mujeres a mejores condiciones laborales, por ejemplo, o no existiría toda una industria de organizaciones no gubernamentales, preocupadas en reducir las brechas de desigualdad social en todas partes del mundo. El sistema capitalista establecido luego de la Revolución Francesa a nivel mundial tiene como uno de sus pilares de funcionamiento la desigualdad entre los seres humanos.
Fraternidad
Con la excusa del individualismo como práctica, la burguesía se ha reposado sobre estos conceptos teóricos para provocar odios raciales, xenófobos, violencia económica a un nivel tan inconsciente que no lo podemos medir fácilmente, sino es con esta práctica de releer y reinterpretar necesariamente la historia. Por un lado, está el individualismo como teoría, que promueve el autodesarrollo del ser humano, pero otra cosa totalmente distinta, es el ejercicio del libertinaje de las personas en una sociedad. Como producto del libre mercado y de la mercantilización de absolutamente todas las cosas de la vida y de la desigualdad como práctica fundamental del sistema capitalista, es entendible que los seres humanos, al estar tan preocupados por la subsistencia en un sistema que te abruma y no te deja ni alimentarte, hayan perdido cualquier percepción de fraternidad y de empatía con la persona que tienen al lado. Porque el capitalismo es eso: la competencia constante con el otro, que al estar ambos en una desigualdad de condiciones, pierden todo tipo de fraternidad y humanidad, cuando están sometidos a la maquinaria de la supervivencia.
Contrarrevolucionarios
La burguesía luego de la Revolución Francesa, inmediatamente se convirtió en contrarrevolucionaria. No pudo tolerar cuando exponentes revolucionarios como Maximilien Robespierre impulsaban realmente la concreción de una sociedad libre, igualitaria y fraterna. Robespierre y los jacobinos llegaron a materializar la separación del Estado y la Iglesia Católica, la participación de la ciudadanía en las decisiones políticas, la disposición de los recursos del Estado para las masas y trabajaron principalmente en renovar los símbolos de la sociedad a favor de la democracia y las expresiones populares. Durante las primeras fases de la Revolución Francesa, no solamente se produce la Toma de la Bastilla, sino también el asalto a las Tullerías, la decapitación de nobles y representantes de las clases altas, en definitiva, se arremete contra todo lo que significaba poder monárquico. Todas estas manifestaciones de liberación de las masas populares francesas se hicieron difícil de controlar y la burguesía se tornó contrarrevolucionaria. Rápidamente instaura un nuevo régimen semi personalista, a través de la figura de un emperador, como lo fue Napoleón Bonaparte y se vincula con el clero y la nobleza para frenar el avance del pueblo. Sin embargo, su victoria como clase dominante estaba consumada. La burguesía termina de cambiar su posición intransigente hacia una completamente conservadora cuando, ya en el poder, entra en la escena política la clase obrera con un programa político definido como socialismo.
(1) Columnista en LCN/Columnista en Radio Novgorod/Contacto: ferbarbaran@hotmail.com/Wpp: +5493875206852